Los perros en el cine: emotivo homenaje a los que se han ganado un lugar en el corazón del público

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Disney popularizó a “Pluto”, que apareció en una caricatura en 1930 con la idea de buscar una mascota para el ratón Mickey.

El mismo estudio nos dio el clásico animado “La dama y el vagabundo”, un romance canino que llegó hace poco a la acción real.

Desde el cine mudo desfilaron canes muy populares. En 1922, aparece un Pastón Alemán llamado “Rin Tin Tin”, se popularizó de tal forma que logró salvar a Warner de la bancarrota, siendo líder entre 1950 y 1970, protagonizando más de 20 películas.

Llegaría después “Lassie”, considerada la perra más famosa del cine. Su historia parte de un cuento del británico Eric Knight publicado en 1938, adaptado al cine en 1943 en una película donde debutó una joven Elizabeth Taylor.

También conocimos otros simpáticos ejemplares como “Benji”, un can que deambulaba por las calles de Texas, rescatado por una familia que lo adoptaba para comenzar una serie de aventuras.

Recordamos al Fox Terrier Milú, compañero inseparable de un joven rubio conocido como “Tintín”.

Hanna-Barbera crearon en 1969 las andanzas de un Gran Danés llamado “Scooby-Doo”, que ha alegrado la vida de niños durante medio siglo.

Sin olvidar al famoso San Bernardo “Beethoven”, causante de grandes desastres. Provocando dolores de cabeza al padre de una familia que lo ha adoptado.

Y ahora, un can que se codeó con los Óscar, un Terrier adorable entre el amor de dos artistas. Se volvió extremadamente popular por el premiado film “El Artista”.

Por último, una historia de conmovió al mundo entero. Un hecho real llevado al cine en 2009 con Richard Gere. Una historia japonesa, se titulaba “Siempre a tu lado”. El film estadounidense sigue fiel a Hachiko que acompaña cada mañana a su dueño a la estación de tren y regresa cada tarde para darle la bienvenida. Esa rutina se ve rota porque ese profesor sufre un ataque y fallece fuera de su hogar. El can seguirá esperando a su dueño todos los días durante nueve años. Esperando a que su compañero regrese una vez más.

En el Día Mundial del Perro, animales que se han ganado un lugar en el cine y, sobre todo, en el corazón de los espectadores, transmitiendo lealtad, cariño y amor por sus dueños, a cambio de un plato de comida, una caricia y un abrazo.

La gente del lugar que cuidó de este animal erigió una estatua de bronce conmemorando la vida de este gran perro que falleció en esa estación de tren con la esperanza de volver a reencontrarse con su amigo.

Milú, el perro de Tintín, en el Museo Ruiz de Luna, en una colección única

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Continuando con las actividades que la Asociación de Amigos del Museo de Cerámica Ruiz de Luna está llevando a cabo durante todo el año con motivo del 25 aniversario del Museo, este jueves 24 de junio inauguramos una exposición temporal especial, que relaciona la cerámica con el diseño y el cómic.

Bajo el título ‘Las aventuras de Milú’, el perro de Tintin, se exponen varias piezas del diseñador Manuel Cáceres en las que aparece Milú y que se ponen en relación con otras representaciones de perros en las cerámicas polícromas del siglo XVIII, de los fondos del Museo y de una colección particular.

Manuel Cáceres inició un nuevo camino en la decoración cerámica uniendo tradición y modernidad. Tomó figuras icónicas de la cultura de masas, del cómic en concreto, para hacerlas convivir con los trazos de la decoración cerámica tradicional. El marco que eligió fue la cerámica de El Puente del Arzobispo y allí ubicó a Milú.

El proyecto más importante del dibujante belga Hergé fue la publicación de ‘Les aventures de Tintin et Milou’ entre 1930 y 1976. Este perro Milú, tan conocido y reconocido, es un personaje curioso, despierto, inteligente, que, olfateando, se coló en los platos de El Puente del Arzobispo por medio de Manuel Cáceres, quien en 1990 dibujó escenas de este famosísimo fox terrier blanco convertidas, después, en platos en colaboración con ceramistas puenteños.

El éxito fue inmediato. Revistas de decoración y diseño se hicieron eco de aquella feliz confluencia, y en los años posteriores se fabricaron vajillas y platos de formatos distintos en los que Milú pasea por los escenarios de retamas, encinas con sortijillas, matas, con el característico verde y gama cromática de la cerámica de Puente.

Milú, sin Tintín, adquiere todo el protagonismo de icono de la cultura popular del siglo XX. Su presencia parecía discreta a la vez que indispensable en las aventuras dibujadas a todo color, pero en esta serie de cerámicas es el auténtico protagonista. Se sorprende con otros animales, deambula, encuentra huesos, duerme y nos contempla.

Manuel Cáceres tiene una larga trayectoria artística. Actualmente, junto con José Luis Miranda, realizan obras de gran formato muy vinculadas al Pop Art. En sus lienzos aparecen personajes del western, de la revolución cultural china o del cómic. Su interés por la artesanía y el diseño, le hizo interesarse de modo especial por la cerámica. Desde final de los años 80 ha trabajado con ceramistas de Puente del Arzobispo y de Talavera de la Reina creando diferentes series decorativas. El Centro de Arte Reina Sofía ha vendido en exclusiva sus vajillas.

Manuel Cáceres ha donado varias piezas en las que aparece Milú, y ahora, en el 25 aniversario del Museo, la Asociación de Amigos muestra estas piezas y las pone en relación con otras representaciones de perros en las cerámicas polícromas del siglo XVIII, de los fondos del Museo y de una colección particular.

Esta exposición de piezas de Milú como protagonista convive con el rincón de homenaje a los 25 años que durante este 2021 se cumplen de la apertura al público del Museo de Cerámica Ruiz de Luna.

Milú, un perro con suerte

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El perro Milú, fox terrier, no es solo un animal para Tintín, personaje de ficción, sino un amigo con el que comparte miles de aventuras. Para Naroa Cerdán y Silvia Pérez, su Milú de carne y hueso –nombre que hace honor al dibujo animado– es además «agradecido, tierno y muy feliz».

Este caniche, que en breve cumplirá nueve años, tiene las dos patas traseras paralizadas. Hace seis años, una hernia discal le seccionó la médula hasta tal punto que perdió toda la movilidad desde la cadera. Lidiando entre la vida o la muerte por una mala decisión, Naroa llegó a tiempo y no dudó en adoptarlo.

La suerte tiene nombre de Milú. «Nos ha cambiado la vida totalmente, no nos imaginamos estar sin él», confiesa Naroa. Desde entonces, Milú se mueve como un rayo en su silla de ruedas: «Fue ponérsela y salió corriendo; parece como si la hubiese llevado toda la vida».

Superación

Milú tenía casi tres años cuando tuvo que ser intervenido de urgencia por una hernia discal provocada por causa desconocida. Llegó remitido de una clínica de Pollença a otra donde Naroa trabajaba como auxiliar de veterinaria. «Su antigua familia estaba muy apegada al perro. Después de la cirugía, el veterinario avisó a los dueños que Milú tenía menos de un 5 % de posibilidades de recuperar la movilidad», describe Naroa.

Tras esta noticia, la antigua familia debía esperar cuatro semanas para saber «si se cumplía el milagro o no». Milú, finalmente, se quedó paralítico. La familia de entonces decidió, antes de la cuarta semana, acudir de nuevo a la consulta para sacrificarlo. «Y yo no me lo pensé dos veces: llamé a mi pareja y le pareció bien adoptarlo. No podía consentir esa decisión, a pesar de que a esa familia se le notaba afligida y muy triste. Cuando les dije que me lo quedaría, se pusieron contentos», recuerda. Gracias a esta decisión, las vidas de Naroa y Silvia cambiaron por completo. «Es verdad que al principio tuvimos que aprender a vaciarle la orina, pero una vez pillamos el truco, cuidar a ‘Milú’ es muy fácil», asegura.

Desde ese agosto de 2015, Milú ha pasado por tres mudanzas sin problema, ha creado un vínculo muy fuerte con su hermano ‘Simba’ –un mestizo de bulldog francés– y ha tenido una hermana felina, ‘Popi’. «A pesar de que Milú ha tenido una etapa con mucho dolor, los animales no tiene sentimientos de autocompasión como sí los humanos. Se superan a sí mismos. En el fondo, le estoy agradecida a su anterior familia porque le pude conocer y ahora no me imagino una vida sin él». Milú sigue teniendo la misma energía que hace seis años. Corre y juega sin problema por el inmenso jardín de su casa, en Sant Llorenç des Cardassar.

«Mi mensaje para aquellas personas en una situación así es que no se rindan, que no abandonen a su mascota porque de todo se sale. Estos animales son más fuertes que nosotros y su poder de recuperación es increíble. Y siempre te lo agradecerán».